La resaca de los Goya 2015

Uno de los aspectos que más han llamado la atención sobre la gala celebrada el pasado sábado es que el cambio de día le ha sentado muy bien a la audiencia que ha sido la más alta de las últimas ediciones, coincidiendo con la destacada labor de un mordaz Dani Rovira en las labores de presentador de la misma. Por vez primera desde hace muchísimo tiempo tuvimos la sensación de que, por fin, se había escogido a la persona adecuada. Ágil, divertido, sabiendo improvisar y ser irreverente sin que se notase demasiado (o sí) que estaba metiendo el dedo en ojo. El Iker Casillas-Sara Carbonero que se marcó con su pareja, Clara Lago, en el momento de ser premiado no tuvo desperdicio.
Y por fin un numero musical de inicio brillante, superando los prejuicios y las decepciones de otras ediciones (la pasada sin ir más lejos) al más puro estilo de «Los Miserables» y con un subtexto totalmente reivindicativo, al son de «Resistiré» del Duo Dinámico, y con unos vídeos de acompañamiento que conformaron un todo impresionante, digno de los Oscar. Un salto de calidad muy importante que nos puso, como espectadores, la carne de gallina.
En cuanto a los premios, más allá de la justicia del triunfo de una magnífica película como La isla mínima, que ya se daba por descontado, vamos a centrarnos en las injusticias de la noche.
Ya de por sí constituía una incongruencia el que uno de los mejores filmes del año como Loreak contase tan solo con una nominación, mejor música, que acompañase a su candidatura a mejor película, se echaba de menos ,entre otras, una mención en mejor guión original y, sobre todo, a la mejor interpretación secundaria femenina del año, la de la veterana Itziar Aizpuru. En el grupo de actrices se coló, incomprensiblemente, Mercedes León, que en La isla mínima tiene una aparición correcta pero sin la suficiente enjundia como para optar a un galardón de esta categoría. Pero ya, el desatino total y absoluto llegó con la premiada, Carmen Machi, que además de estar de más en ese grupo de actrices, realiza una de las peores (si no la peor) interpretaciones que este que escribe le recuerda. Si se quería premiar la inestimable ayuda que Ocho apellidos vascos ha prestado al cine español gracias a la ingente cantidad de espectadores que ha acercado a las salas se podía hacer, como así sucedió, reconociendo la magnífica interpretación de un Karra Elejalde que se come con patatas al resto del reparto. Dani Rovira está correcto, el premio al actor revelación se antoja excesivo. Pero lo de Carmen Machi no tiene nombre, teniendo en cuenta además, que la legítima merecedora del premio, Itziar Aizpuru, ni siquiera se encontraba entre las candidatas. Por cierto, llamó poderosamente la atención que todos los premiados por Ocho apellidos vascos reivindicaran la ausencia en la categoría de mejor director de Emilio Martínez Lázaro pero ninguno se acordara de agradecer el Goya a los guionistas, Borja Cobeaga y Diego San José.
La otra polémica de la noche vino del premio a la mejor actriz revelación que se llevó Nerea Barros. Su personaje, y su interpretación, constituye el único lunar de un peliculón como La isla mínima. En ningún momento el guión justifica la presencia de una mujer sin una pizca de acento en un lugar tan profundamente andaluz como la zona de las marismas (no hay más que ver y escuchar al resto de personajes). Y no deja de ser curioso porque Alberto Rodríguez en sus anteriores trabajos, incluso en este, ha cuidado muchísimo los personajes secundarios. Incluso en su interpretación se echa de menos el dolor desgarrador que le deberían producir los acontecimientos que se narran en la película. Teniendo a su lado actrices como Natalia Tena, magnífica en 10.000 Km., Ingrid García Jonsson o Yolanda Ramos, nunca debió recibir el galardón.
Un último comentario para el ninguneo que ha recibido por parte de la Academia Carlos Vermut y un trabajo difícil y arriesgado como Magical girl, tan solo reconocido (merecidamente) con el premio a la mejor actriz que fue para Bárbara Lennie, aunque tal vez también el guión de la película podía haberse hecho con el Goya.
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Al margen de las «injusticias», lo que yo agradezco al certamen de los Goyas de este año es haber sabido por fin ofrecer un espectáculo fresco, con sentido del humor del bueno y con las dosis justas de cada cosa. Ojalá sirva de ejemplo para siguientes ediciones.
En cuanto a la Isla mínima, decir que la película me gustó bastante; se me quedó grabada sobre todo la excelente y original fotografía, las actuaciones en general también me parecieron solventes y de calidad, pero el guión lo encontré demasiado «metido» en la trama de los asesinatos. Me pareció que le faltó darle un poco más de grosor a los personajes, que tenían muchos elementos interesantes.
No soy nada entendido en cine, pero, por ejemplo, sin ser tan buena película, el guión de El niño me pareció más redondo, mejor resuelto en cuanto a los personajes, a excepción del personaje de Luis Tosar. Creo que a este último se le podría haber sacado algo más.
Saludos
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Gracias por tu comentario Iván. A mí La isla mínima me parece un peliculón, con su lagunilla,como comenté en la entrada. El niño no me terminó de convencer. Se me hizo larga, y la parte de Gibraltar, que me parece la más interesante de calle, está muy, pero que muy desaprovechada. Tienes ganas de ver más de Ian McShane. Y las persecuciones… la de la barca y el helicóptero es ridícula, se nota a la legua que van a 10 por hora, un quiero y no puedo, cutre y se nota. Si lo haces (a pesar del reducido presupuesto) hazlo bien, y si no piensa en otra cosa. Esperaba mucho y me decepcionó.
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