Olvidémonos de la cocaína, sigamos el dinero – Crítica de «Infiltrado» (2016)

Cuando uno lee Brad Furman bajo el crédito de dirección de este trabajo no es consciente de la importancia que tiene este tipo en la historia reciente del cine. Gracias al brillante ejercicio de film noir que supuso su segundo largometraje, El inocente (2011), consiguió dar un giro de 180 grados a la errática carrera que hasta entonces había llevado un Matthew McConaughey desnortado. En aquel filme aparecía un secundario de lujo, Bryan Cranston, en plena efervescencia televisiva. El Walter White de Breaking Bad ha sabido gestionar el éxito catódico para encauzar una muy interesante singladura en la gran pantalla que nos ha dejado papeles inolvidables y una nominación al Óscar que debió ser premiada. Fruto de ese estatus prestigiosamente atesorado surge esta primera incursión como productor ejecutivo, apoyando a Furman en la adaptación del libro en el que el agente encubierto Robert Mazur, encarnado por Cranston, relató la batalla contra el imperio de la droga en los Estados Unidos de Ronald Reagan.
Olvidémonos del polvo blanco, sigamos el dinero. Esta cinta narra en primera persona la lucha contra el entramado de blanqueo de capitales de las grandes mafias del narcotráfico. Un peligroso cometido para el que el oficial de aduanas Robert Mazur se infiltra en la organización liderada por Pablo Escobar.
Los rostros de Benicio del Toro, Wagner Moura o, próximamente, el de Javier Bardem han colocado el foco sobre la sinuosa figura del criminal colombiano. Traffic abordaba las cuatro perspectivas del problema: la de los propios cárteles, el frente policial, el político y los estragos producidos en los consumidores de cocaína. Infiltrado explota una variante del género, siguiendo la estela de Donnie Brasco, que coloca el punto de mira en los investigadores que bajo identidades falsas ponen sus vidas en riesgo al codearse con los mismísimos lugartenientes de los capos.
La multitud de referentes no mengua la personalidad de una obra que encuentra en la sutileza su principal virtud. La huella del destino y sus fatídicos designios, que tan subyugantemente arrastraba la trama de Atrapado por su pasado, no deja de sobrevolar en torno a un magnífico Bryan Cranston que transmite al espectador la vulnerabilidad y el terror de quien se sabe en el filo de la navaja constantemente. La humanidad que confiere a cada uno de sus personajes lo ha convertido en uno de los referentes del cine actual.
Su doble papel, que bordea la esquizofrenia, entre el policía y padre de familia y el excéntrico financiero encargado de lavar las montañas de dólares que provienen de Sudamérica, vuelve a conmovernos hasta el punto de hacernos partícipes de ese particular síndrome de Estocolmo que puede afectar a todo agente que se encariña con la gente a la que vigila. Un fulano al que Furman nos engancha desde que nos hace caminar pegados a su espalda, palpitando junto a su acelerado corazón, en un plano secuencia inicial que tiene su réplica, para cerrar el virtuoso círculo de una obra impecable, en los momentos postreros del relato.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
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Infiltrado
Dirección: Brad Furman
Guión: Ellen Brown Furman , basado en el libro Infiltrado de Robert Mazur
Intérpretes: Bryan Cranston, John Leguizamo, Diane Kruger
Música: Chris Hajian
Fotografía: Joshua Reis
Duración: 127 min.
Reino Unido, 2016