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Crítica de «ANNA KARENINA» (2013)

19 marzo, 2013

Hay veces en las que la valentía, la osadía de un director a la hora de plantear una película supone un logro transgresor, pero también hay ocasiones en las que un realizador, y por ende su película, fenece víctima de su propia sofisticación. Por desgracia tenemos reciente el batiburrillo personajil mezclado en una ensalada de distintas líneas temporales que nos dejó un tanto aturdidos cuando vimos El atlas de las nubes. Sin ir tan lejos, pero siguiendo por un camino de similar complejidad, Joe Wright, con la complicidad del guión del, en ocasiones, barroco Tom Stoppard, ha ingeniado una coreografía que mezcla el uso de steady-cam y una planificación ágil con rápidos cambios de decorado y tramoyas para simular que la mayor parte de la acción sucede entre las tres paredes de un escenario de teatro.

Lo que en un principio puede resultar innovador y sorprendente con el paso de los minutos se torna un tanto cargante e incluso claustrofóbico. Probablemente esa sea la intención del director británico, trasladar al espectador, valiéndose de la forma de narrar la historia en imágenes, ese ambiente opresivo e irrespirable que sufren los protagonistas tanto en Moscú como en San Petesburgo. El problema es que el 90% de la película se encuentra rodado mediante esta curiosa técnica y, además de suceder en interiores, se circunscribe al escenario, el patio de butacas o los palcos de un teatro, con lo que la sensación de ansiedad se acentúa de tal manera y las transiciones entre distintos escenarios revisten tamaña complejidad que resultan una losa, una rémora que lastra irremediablemente el filme. Lo que se había concebido como un hallazgo visual se complica y se prolonga en el tiempo de tal manera que llega a saturar y termina por convertirse en un problema más que en una solución. Ya se sabe, todo en su justa medida, al final lo mucho empalaga.

en la hierba exteriores

Por el contrario cada vez que la película se asoma a un exterior natural, en momentos de paz, de serenidad, de libertad de los personajes, el filme respira y para el espectador supone un alivio tremendo. Es más que posible que este contraste se haya buscado conscientemente por parte de Wright pero la descompensación entre una parte y otra es tan brutal que en lugar de apuntarlo en el haber debemos anotarlo en el debe de esta versión del clásico de Tolstoi.

anna y vronskyCon este realizador británico a los mandos la única opción posible para encarnar a Anna Karenina era Keira Knightley. Ya contó con ella tanto en Orgullo y prejuicio como en Expiación y no iba a entregar un personaje de la profundidad de este a alguien que no fuese de su completa confianza. Esto ya es cuestión de gustos, pero, para este que suscribe, el estilo excesivamente intenso, y un tanto impostado, con que la actriz británica ha venido resolviendo sus últimas interpretaciones contrasta con la naturalidad de la que hacía gala en sus prometedores inicios como secundaria en Quiero ser como Beckham o Love actually. Aaron Taylor-Johnson compone un improbable Conde Vronsky. Su aspecto no termina de encajar con el del militar mujeriego de la novela en gran parte por su aspecto excesivamente juvenil para el personaje y el recuerdo del superhéroe chapucero en mallas de Kick-ass  no hace sino refrendar este hecho.

baile

Jude Law correcto, Matthew Macfayden gracioso, ambos cumplen. La aparición del pelirrojo Domhnall Gleeson y la joven intérprete sueca Alicia Vikander, de la que hemos podido disfrutar en plenitud en la estupenda Un asunto real, suponen un aliciente y un soplo de aire fresco. Ellos dos protagonizan uno de los momentos más brillantes del filme. Un precioso juego infantil de cubos con letras que esconden las palabras de una conversación secreta, clave para el devenir de sus personajes, excelentemente resuelto en la versión original. Esperemos que el ingenio de los adaptadores y dobladores haya sabido conservar el espíritu y la esencia de la secuencia tal como fue concebida.

anna lateral con sombrero

El fastuoso vestuario, ganador de un merecido Oscar, es siempre un motivo de deleite para la vista y se nos muestra en medio de una compleja dirección artística en la que destaca la curiosa forma de introducir un hipódromo, con sus carreras de caballos, dentro de un teatro o de reproducir la emblemática estación de tren de Moscú, un personaje más en esta historia de pasiones desaforadas, entre bambalinas.

Ni la extrema austeridad de Glengarry Glen Ross ni el excesivo barroquismo de Anna Karenina, en cuanto a híbridos entre cine y teatro la virtud se encuentra en el término medio, en la genialidad de una obra maestra como La huella.

Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.

Copyright de las imágenes © 2012 Universal Pictures, Focus Features y Working Title Films. Cortesía de Universal Pictures España. Reservados todos los derechos.

Anna Karenina

Director: Joe Wright

Intérpretes: Keira Knightley, Aaron Taylor-Johnson, Jude Law.

Duración: 129 min.

Reino Unido, 2013

From → Estrenos

8 comentarios
  1. almudena permalink

    Interesante crítica e interesante planteamiento el de la película.
    A mi personalmente me encanta Keira, tiene un aire especial distinto al de la masa homogénea de actrices de moda. Normalmente sabe escoger bien sus papeles, pero últimamente parece que se está enquistando en el cine de época. Ojalá la veamos pronto en otros registros.

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    • Vamos a sacarle un poco la cara a Keira. En los papeles de época que ha realizado últimamente la he notado excesiva, pasada de vueltas, como en Un método peligroso o aquí mismo. Me satura un poco, pero lo que dices es interesante. Porque hay una película muy recomendable (nada que ver con cine histórico) en la que cambia de registro y está muy bien, Solo una noche.

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  2. Juan Ig. Carrasco permalink

    Me he dado cuenta, al leer la crítica, de que el problema de la película es del director, Joe Wright. Creo que le gusta demasiado la «puesta en escena» y el artificio bonito. Ya en «Orgullo y prejuicio», la escena del baile era un rollo pesado. Luego en «Expiación», todo me parecía correcto, pero inútil. Todo eran planos bonitos, pero no había ni un ápice de pasión. Era como un anuncio de colonia eterno, en el que Keira se limitaba a posar. Pero no era culpa de ella, claro. Luego al final de la película aparecía la que para mí es una de, espero y deseo, las futuras grandes actrices, Romola Garai y la película cambió para bien. La pena es que ese cambio duró diez minutos, porque se acabó la película.
    Joe Wright, como otros muchos, concibe una película como un espectáculo visual. Y el cine creo que es otra cosa. Antaño, un travelling, una panorámica o un movimiento de grúa tenían un sentido narrativo, pero ahora es una pedantería inútil y cara.
    Y, ya que mencionas «La huella», la grandeza de la película – entendiendo que hablas de la de Mankiewicz, no de la estupidez de Branagh del 2007 -, es que consigue que te olvides que es una obra de teatro. Y creo que eso se debe a dos cosas: el montaje (la inclusión de continuos planos detalle rompe la «teatralidad») y luego, claro, la parejita de actores, que están los dos sencillamente sublimes.

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    • Es un placer leerte Juan Ig. Me temo que sí, que Wright es más esteta que narrador y eso lo paga la película. Y en cuanto a Romola Garai es una lástima porque no ha terminado de arrancar, algún papel secundario pero no ha llegado a primera línea todavía, pero bueno, es joven, tiene margen aún para explotar.
      Eso que comentas del sentido narrativo me ha traído a la mente una frase creo que era de Godard: «Un travelling es una cuestión moral», que creo que está perfectamente explicada con tus certeras palabras.
      Y sí, por supuesto, me refería a «La huella» de Mankiewicz , Olivier y Caine.

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      • Juan Ig. Carrasco permalink

        Cuando tenga 10 milloncejos de euros, haré una película con Romola y la haremos despegar. Lo mejor de Romola es que a mi madre le cae bien.
        Y ya me imaginaba que era la buena, la de «La huella», pero lo dije para aprovechar y machacar la otra.

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  3. Yoljess permalink

    En mi opinión Anna Karenina es una preciosa historia de amor, en la que su valor radica en como esta mujer rompe con los «pricipios» de esa sociedad hipócrita, más de una vez fué llevada a la pequeña y gran pantalla, la película trata de transportarnos a ese mundo de la Rusia de la época, pero nos deja con un sabor un tanto dulzón y empalagador. Creo que se pudo lograr más. Bravo
    por el vestuario.

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  4. Al terminar de leer tu crítica, el deseo de ver la película ha crecido en mí. A ver si tengo la posibilidad de verla. Me ha gustado mucho, sobre todo, tu manera de relacionar cada uno de sus aspectos con respecto a los de las otras películas. Saludos.

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  5. Raquel Garcia Diaz permalink

    Muchas gracias Manu me encanta tu forma de escribir es un lujo leerte.Me ha gustado mucho la critica de esta nueva versión de Anna Karenina. He tenido la oportunidad de ver nuevamente una de las versiones anteriores de esta novela concretamente la de Greta Garbo que está considerada un clásico. Será interesante ver esta nueva versión. Un saludo

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