La pasión y el proceso creativo – Crítica de «Rodin» (2017)

Jess Franco, ayudante de dirección de Orson Welles en Campanadas a medianoche, lo tildaba de enfermo del montaje. Decía que tenía tal afán de perfeccionismo que cuando terminaba de filmar, salía corriendo con las latas de celuloide bajo el brazo y se escondía con su moviola vertical para dar forma a la película lejos de las fauces de los productores. Un año tardó en editar la adaptación shakespeariana, y porque no le dieron más tiempo; habría seguido rodando si veía que eran necesarios planos adicionales, puliendo y puliendo, en busca de una perfección nunca alcanzada.
Muchos genios coinciden en este aspecto. El afán obsesivo por mejorar sus esculturas llevaba a Auguste Rodin a seguir modificándolas durante años sin terminar de lograr el resultado deseado. Le ocurrió con la práctica totalidad de su exquisita producción artística, pero aquí Jaques Doillon ha querido concentrarlo en una pieza no tan conocida, el Monumento a Balzac, rechazada en 1898 y hoy considerada la primera obra escultórica moderna.
Este biopic comienza en 1880, cuando Rodin cuenta con 40 años, con el encargo del Estado francés de La Puerta del Infierno. Podemos ver los primeros esbozos donde destaca el poeta Dante reflexivo, contemplando a sus personajes, figura que posteriormente tomaría vida propia como El Pensador y El Beso, que terminaría independizándose de la versión definitiva convirtiéndose en uno de los iconos más representativos de su autor.
En esa época fue cuando el maestro tomó como alumna a Camille Claudel, una joven artista que terminó modelando su propia escultura además de convertirse en su amante. El filme trata de este tórrido y apasionado romance que devino en una tormentosa relación de amor-odio causada por los devaneos del parisino con sus modelos, su vida con la madre de su hijo, Rose Beuret, pero sobre todo por la rivalidad profesional y el hecho de que Claudel nunca fuera considerada a la altura de Rodin.
La cinta está contada a hachazos, dejando destellos de la vida del protagonista que se introducen elegantemente con fundidos a negro. A pesar de esta narrativa tan particular y sus dos horas de duración, no resulta pesada. El interés que despierta la personalidad de quien se está retratando y la forma en que se concibieron obras clave en la historia del arte le dan un aire documental que resulta un aliciente extra. La aparición de personajes clave en la cultura del país galo que confraternizaron con Rodin, como Claude Monet o Paul Cézanne, añaden más mordiente.
De todo el metraje, lo más intenso viene dado por una obra de Camile Claudel, El Vals. A partir de ella, en una magnífica secuencia se nos explica la naturaleza destructiva de su autora, la pasión de Rodin por ella y la vida que hay dentro de esas figuras que giran y giran, que se respiran, que se desean y que querrían detener el tiempo para gozarse mutuamente en ese instante sublime de felicidad absoluta.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
Copyright imágenes © Les Films Du Lendemain, Wild Bunch, France 3 Cinéma. Cortesía de Caramel Films. Reservados todos los derechos.
Rodin
Dirección y guion: Jacques Doillon
Intérpretes: Vincent Lindon, Izia Higelin, Séverine Caneele
Música: Philippe Sarde
Fotografía: Christophe Beaucarne
Montaje: Frédéric Fichefet
Duración: 119 min.
Francia, Bélgica, Estados Unidos, 2017
Muy buena crítica cómo siempre. Apasionante historia de amor y destrucción con mucha maestría. Un saludo Manu.
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Le encantan tus críticas Manu!! Y me encantas TU en general, gracias por cada dia de programa en boom, por hacernos disfrutar tanto y ser tan geniales, ojala pueda conocerte algún día. Un abrazo fuerte
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Este no es lugar para según qué comentarios. He procedido a quitar uno que no procedía y se han borrado dos respuestas que había a él. Gracias Laura y Aracely por vuestras palabras, aunque creo que es mejor no responder a este tipo de comentarios. Si los localizó y están fuera de lugar, desaparecerán inmediatamente del hilo.
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Toda la razón Manu, no es lugar para ello.Un abrazo y gracias a ti. Un abrazo. 😚
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Entiendo que tu propuesta es, sin duda, la más acertada. No obstante, quiero creer que a veces las palabras también nos hacen justicia. Y aunque el comentario no mereciera ningún aprecio, tú sí lo merecías. Siento no haber sabido hacerlo de otro modo. Un abrazo y gracias por compartir tanto con nosotros.
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La medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar…
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